En 1860 aparece en Meliana (Valencia), un conjunto fabril dedicado a producir una cerámica de unas características excepcionales. El mosaico Nolla destaca por su gran calidad, tanto material como artística. Es esta excelencia que le llevará a gozar de un inmenso éxito comercial, a la vez que de un reconocimiento unánime premiado en todas las Exposiciones nacionales y universales a las que se presentó. Los artífices de la calidad y éxito de este producto fueron muchos, quienes mediante sus conocimientos y su humilde labor diario, permitieron que se pueda alcanzar tal grado de perfección. Desde el diseño de las composiciones, hasta su colocación, pasando por las técnicas de producción, todas las fases son fruto de un conjunto de saberes-hacer únicos, hoy en día casi perdidos. Este legado, con su desaparición, pone de manifiesto la calidad del trabajo realizado, a la vez que pone paradójicamente en peligro la restauración de un patrimonio tan relevante, demostrando claramente, si fuese necesario, el alcance de un patrimonio industrial e histórico intangible fundamental.
La Revolución Industrial española conoció unos inicios difíciles, será la segunda Revolución que acabará fomentando la generalización del desarrollo industrial, tanto geográfica como productivamente, y podemos afirmar a su vez que la Fábrica de Cerámica Nolla fue uno de los catalizadores de ésta.De 1833 a 1860, la industrialización pasa por el desarrollo de la actividad textil, principalmente en Cataluña. La introducción de la máquina de vapor supone un cambio fundamental, que se extenderá posteriormente a otros sectores de producción. En este contexto, la historia de Miguel Nolla en Meliana parece perfectamente natural. Después de trasladarse a Valencia y crear empresas dedicadas al textil y la cerámica, decidió, en 1860, implantar una nueva industria de producción de losetas cerámicas de gres para la decoración, inspirándose en los modelos ingleses, verdadera referencia en la materia, y para ello introduce en España unos conceptos totalmente novedosos.
Si bien Miguel Nolla utiliza los sistemas productivos ingleses como base de trabajo, demuestra una gran determinación a la hora de mejorarlos notablemente, hecho que consigue en varios aspectos clave, gracias a numerosas pruebas así como a una materia prima de extrema calidad.Otra gran diferencia entre el empresario catalán y sus homólogos ingleses es la capacidad que éste tiene de crear una potente red de clientes y contactos, en las más altas esferas de la burguesía y nobleza europea, que le asegurará un potencial comercial de venta y publicidad muy relevante.
LA FÁBRICA NOLLA
La construcción del conjunto fabril melianero empieza pues en 1860, conociendo una incipiente actividad en 1862, aunque será en 1864 que quedará totalmente terminado y alcanzará su pleno rendimiento, pudiendose considerar esta fecha como la de inicio de la actividad productiva. La elección de Meliana para desarrollar la fábrica Nolla se debe a un conjunto de factores. El primero fue el hecho de tener los terrenos en propiedad. Sin embargo era a la vez necesario que éstos se encontrasen cercanos a los ejes de comunicación terrestre, marítima y ferroviaria. Otro factor clave es la disponibilidad y cercania de la materia prima. Por último la posibilidad de construir todas las instalaciones era garantizada, particularmente el pozo artesiano.
Si la industria necesita generalmente una gran cantidad de mano de obra poco cualificada, para realizar procesos mecánicos y repetitivos, la fábrica Nolla no falla a la regla. Sin embargo se distingue también por formar y emplear un elevado número de operarios especializados, que se encargaban de las operaciones más delicadas, en particular en relación con las horneadas de material, y el funcionamiento de las modernas máquinas utilizadas para el molido de la arcilla o el prensado de las teselas.
EL MOSAIQUERO
El Privilegio Real de Invención y Exclusividad impidió que existiera una verdadera competencia para Miguel Nolla. Aunque algunas fábricas intentaron producir un material parecido al suyo, la situación le siguió siendo favorable, ya que era quién controlaba la casi totalidad del mercado. Por lo tanto, esta exclusividad en la realización del producto indujo que todos los oficios relacionados con este mosaico estuvieran igualmente vinculados a la misma empresa. El más significativo de ellos era el mosaiquero (mosaiquer, en valenciano). Los trabajadores más rápidos podían realizar hasta ocho metros cuadrados de pavimentos al día. A pesar de ejercer habitualmente en el ámbito local, se conocen varios ejemplos de mosaiquers dependientes de la fábrica Nolla que fueron enviados para realizar la colocación de pavimentos particularmente destacables, como en el caso de una de las estaciones de metro de Moscú, o de la Iglesia de la Inmaculada de Gijón. Para esta última, los trabajadores se desplazaron junto a sus familias, y acabaron instalándose definitivamente en la ciudad.
HACIA LA PERFECCIÓNMiguel Nolla completó su estrategia comercial aprovechando la antigua alquería del siglo XVII, comprada y reformada por sus suegros en 1844 a raíz de la desamortización. Para ello, la transforma en verdadero showroom. La hermosa construcción, con sus volúmenes generosos, se ve ampliamente decorada con el propio producto que salía de la fábrica vecina. De este modo los ilustres clientes del empresario podían admirar de primera mano, y a tamaño real, las posibilidades estéticas de estos mosaicos. Los Romanov, los Hohenzollern, los reyes Amadeo de Saboya y Alfonso XII, y muchos más intelectuales, artistas y personalidades de la nobleza de la época, tuvieron el privilegio de visitar el emblema de lo que fue una de las empresas de referencia de finales del siglo XIX.
Obviamente, a la vista de la importancia de la figura del Palauet para Miguel Nolla, éste recurrió a lo mejor en cada uno de los aspectos que iban a intervenir en esta decoración, desde el propio material hasta los mosaiquers, pasando por los diseñadores de las complejas composiciones. El resultado es un conjunto único por su extensión, calidad y planteamiento.
Como conclusión casi inmediata diremos que es evidente la importancia del oficio de mosaiquero Nolla, ejemplo paradigmático de las consecuencias directas que la pérdida de nuestro patrimonio intangible puede tener para nuestro legado.