Las Cartas de recomendación sobre la salvaguarda de la cultura tradicional y popular (UNESCO, París 1989), la Carta del Patrimonio Vernáculo Construido (ICOMOS, México 1999) y finalmente El Convenio Europeo del Paisaje (Consejo de Europa, 2000) definirían tímidamente la importancia de la construcciones tradiciones (monumentales o no) de cada municipio. Pero sería algunos años antes, cuando se esbozaran esas primeras intenciones de «realizar una política de ordenación del territorio que coopere a la protección de los recursos naturales, a la conservación de los bienes histórico-culturales, al mantenimiento activo del paisaje y al equilibrio medio ambiental» (extracto de la «Carta del Paisaje Mediterráneo» redactada por las regiones mediterráneas del Veneto, Languedoc-Roussillon y Andalucía en la Exposición Universal de Sevilla, 1992).
Volviendo al territorio nacional, en 2010 se crea el Plan Nacional del Paisaje Cultural. Dicho Plan bebía de esas declaraciones nombradas anteriormente, definiendo así al paisaje cultural como «el resultado de la interacción en el tiempo de las personas y el medio natural, cuya expresión es un territorio percibido y valorado por sus cualidades culturales, producto de un proceso y soporte de la identidad de una comunidad.»
En el año 2017, al amparo del Convenio Europeo del Paisaje Cultural del Consejo de Europa, se aprobó la celebración del Día Internacional del Paisaje cada 20 de octubre.
Este año, el Instituto de Patrimonio Cultural de España ha realizado una campaña participativa en las redes sociales para lograr una máxima difusión de los paisajes culturales y de intercambio de experiencias a través del significado que tiene cada paisaje en cada persona.
Desde ARAE Patrimonio para niños nos hemos sumado a esa celebración y hemos desarrollado la propuesta «Dioramas. Nuestros paisajes»
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Para conocer los orígenes de la Villa de Paterna hay que trasladarse a los yacimientos pertenecientes al Neolítico y a la Edad de Bronce. Su historia pasa por época romana, musulmana, medieval… y con la suerte de contar hasta nuestros días restos (yacimientos) arqueológicos de todas sus épocas de esplendor.
Aprender la evolución de la población desde sus orígenes hasta nuestros días, conocer los edificios más sobresalientes a través de su silueta y la singularidad de los mismos, es uno de los objetivos, junto a pasar un buen rato fomentando el interés por la arquitectura.
A través de perfiles como el de la Torre, el Calvario o edificios singulares como el del Ayuntamiento o la iglesia, decorándolas y posteriormente colocándolas en un espacio tubular (tubos de cartón de ALPESA) simulando un diorama, descubrimos la visión que sus habitantes más pequeños tienen de sus calles.
Este es uno de los muchos procesos de aproximación a nuestro patrimonio de los que la Convención de Faro hace mención, y una de las premisas fuertes del Plan Nacional de Educación y Patrimonio promovido por el Ministerio de Cultura.
Nos preguntamos: ¿de cuántas formas distintas se puede dibujar un edificio?. Entonces crearemos un paisaje de emociones.
Un especial agradecimiento a la campaña #ConocemiPaisaje por darnos alas a imaginar otros paisajes tan reales como ficticios.
Al Museo Municipal de cerámica de Paterna por confiar año tras año en nuestras propuestas patrimoniales.
Y a la mandriladora ALPESA (fabricante de mandriles, tubos y anillas de cartón) por tirarse al rollo en cuanto les contamos el propósito de los paisajes culturales en dioramas, y de esa forma «cedernos ese espacio tan redondo» para nuestro proyecto de educación patrimonial.