Como llevamos explicando en anteriores posts (mosaico romano, talla de piedra…) los oficios tradicionales son una parte muy importante en la historia de nuestro patrimonio. El saber-hacer de las técnicas constructivas, a través de sus protagonistas, está ligado al patrimonio material e inmaterial de nuestros monumentos. Por ello es tan importante salvaguardar las técnicas (los oficios, por ello patrimonio inmaterial) así como se hace con los propios monumentos, resultado material de los anteriores.
La técnica del mosaico adquirió gran difusión en el Imperio romano, llegando a su máximo esplendor en la arquitectura bizantina, a partir del siglo V, con la utilización de teselas de vidrio coloreadas que se aplicaban a muros, bóvedas y cúpulas.
El Modernismo recuperó la tradición clásica de mosaicos y desarrolló varias tipologías de entre los cuales se encontraba el conocido como “mosaico romano”, a partir de la piedra (en pavimentos), y el mosaico cerámico (en paredes y cubiertas). Una de sus variantes, el trencadís, caracteriza alguna de las mejores obras de la arquitectura modernista.
A partir de los años sesenta del siglo pasado, se reinventó a través del mosaico de gres: un revestimiento vertical estandarizado a base de piezas regulares y pequeñas y que permitió la introducción del color en los edificios. Se lo conoció con el nombre de gresite™.

Taller realizado con motivo de la celebración del 21 de abril «Echemos las campanas al vuelo» de Hispania Nostra
En nuestras propuestas, con el fin de crear un vínculo sensitivo con los participantes de secundaria, aportamos una visión contemporánea de las técnicas que les enseñamos. En ese caso, el ejemplo del artista francés «Space Invaders» (nombre también conocido por el famoso videojuego de los años 80) nos ayuda a llevar al terreno urbano, cotidiano y fácilmente reconocible una técnica antiquísima recuperada en la actualidad para el arte urbano.